Del exceso de la información al conocimiento

Toda situación problemática es un punto de inflexión, de conflicto; que torna una realidad concreta en una posibilidad ambivalente o dinámica. Tal es el caso de las TIC (Tecnologías de la información y la comunicación) en la educación contemporánea. Ellas amplían el panorama y las posibilidades ante flujos incuantificables de información que conducen a tantas otras vías de conocimiento.
Portugal 1955. Henri Cartier Bresson.



Muy de manera particular, la Web 2.0, que al haber superado radicalmente su predecesor, la Web 1.0, posibilita no solamente el acceso irrestricto a la información, sino que da la posibilidad de modificarla e interactuar con ella, abriendo consecuentemente un mundo o ambiente virtual en constante transformación que potencializa las oportunidades para la educación y el mundo del conocimiento.

No obstante, como todo aquello que de reciente llega a formar parte de la cultura -tantas veces como agente externo y extraño-, modifica radicalmente la cosmovisión y la manera de concebir la realidad y de apropiación de la información que reciben los sentidos, sin que con ello se llegue construir un conocimiento propio.

Aquí nos encontramos, fundamentalmente, ante la incapacidad o desconocimiento del buen uso de las oportunidades que para el aprendizaje ofrece la Web 2.0, convirtiéndose tantas veces en un obstáculo que limita y atrofia las demás capacidades intelectivas de los estudiantes en el proceso educativo.

Así que como problema, más específicamente, se puede hablar de una falta de criticidad y discernimiento ante la ingente información a la que se puede acceder y, por ende, la pérdida de sentido de los procesos de investigación ante la automaticidad que caracteriza a los procesos del internet. Todo ello, desde la experiencia misma del autor en el aula, ha llevado al estudiante a una paulatina pasividad delante de la información que lo conduce a la pérdida de la posibilidad creativa y autónoma del aprendizaje.

Haciendo un posicionamiento geográfico y temporal en el mundo contemporáneo globalizado, puede hacerse la consideración de cómo las posibilidades a nuestro alcance -en todos los sentidos de la vida humana- se amplían como un horizonte que siempre permanece ante la vista, mostrando cada vez más y de una manera más rápida e inmediata nuevos objetos susceptibles de ser descubiertos. Es como hacer un viaje en un medio que acorta las distancias y reduce el tiempo, pero que deja siempre al libre arbitrio discernir, decidir entre la ambivalencia: ver hacia adelante para contemplar el horizonte que se ordena y se amplía sin jamás perderse o girarse pasivamente hacia la periferia de los lados, percibiendo sólo el caos. Todo pasa tan veloz que no hay posibilidad de comprender nada.
Se podría posicionar de igual manera en el viaje del aprendizaje y el conocimiento, en el que se puede encontrar con una meta o destino y medios que acercan a ella. Y como medios contemporáneos, signos y fruto de la modernidad, quizá los más claros, y referentes del presente artículo, están las Tecnologías de la Información y la Comunicación (TIC) y el caso concreto de la Web 2.0.

Las tecnologías de la comunicación por ser ellas contingentes y al estar sujetas a los avatares de la modernidad, causa y efecto de las transformaciones culturales de nuestros días, empleadas como herramientas para la educación y la búsqueda del conocimiento conducen a quien las usa a formar parte de sus alcances y problemáticas que les son inherentes.

Toda realidad y fenómeno sujeto a la modernidad, así la Web 2.0 como herramienta para la educación, pasa por lo que Beriajn citando a Giddens (1995) dice de las sociedades modernas avanzadas, “se produce una coexistencia problemática entre dos modernidades, la de la expansión de las opciones y la de la expansión de los riesgos. Ambas son indisociables” (p. 13).

Y precisamente eso es en tantos casos el internet, una expansión incontenible de opciones y de riesgos, una coexistencia indisociable y problemática ante la que no todos saben hacer frente. Ésta posibilita no solamente el acceso irrestricto a la información de manera remota, sino que da la oportunidad de modificarla e interactuar con ella, abriendo consecuentemente un mundo o ambiente virtual en constante transformación que potencializa las oportunidades para la educación y el mundo del conocimiento.

El mayor acceso, la interacción, constante modificación y flujo de la información caracterizan al internet y lo convierte en la poderosa herramienta que transforma la cultura y toda actividad humana. No es otra cosa más que una forma concreta de la vida moderna y - en palabras de Giddens y Bauman- “podemos de decir que la existencia es moderna en la medida en que se bifurca en orden y caos. La existencia es moderna en la medida en que contiene la alternativa orden y caos” (p. 80). El internet pone de manera concreta ante infinitas alternativas de orden y caos.

El internet más allá de facilitar la comunicación y el acceso a la información se ha convertido en una de las maneras más prácticas y frecuentes de acceder al conocimiento, de ir al encuentro de la realidad y del mundo mismo, lo que en tantos casos está degenerando en el permanecer anclados en el uso de la web como única manera de comprensión y aprehensión de la información, convirtiéndolo así mismo en un molde en el que se trata de hacer entrar a todos los demás medios y formas de adquisición del conocimiento. En otras palabras, ha llegado a ser un filtro a través del cual se está observando el mundo o el lenguaje a través del cual se está limitando la expresión de la realidad.

Bien dicen al respecto Giddens y Bauman que para “lograr que nos hable el mundo, debemos hacer audible su silencio; apalabrar aquello de lo que el mundo no tiene conciencia […]: y rechazar o evitar que esta inconciencia del mundo haga de él algo distante e incomunicado para nosotros” (p.79). Pero la manera en que se está haciendo paulatinamente limita las capacidades que históricamente se habían conquistado, esto al hacer mal uso de los medios, convirtiéndolos -en cierta manera- en fines mismos que acaban por transformar al objeto de estudio o al estudio como objeto.

Y dado que, podría decirse, “toda aportación técnica ‘se añade a lo que ya somos’”, en palabras de Eco (1984, p. 390), la tecnología: la web, se convierte en parte de nosotros y transforma nuestra forma de relacionarnos con el entorno. La web y la manera de hacer a través de ella se apropian de nuestro hacer y pensar diario, sustituyendo las más de las veces nuestro ser auténtico, puesto que estos adelantos que deberían considerarse medios serán en la práctica parte de nuestra corporalidad (Eco).

No por nada asegura el mismo Eco sin vacilar que “estas extensiones han provocado traumas, embotamientos y reestructuraciones de nuestra sensibilidad. Interfiriéndose y sustituyéndose, han cambiado nuestro modo de ver el mundo” (1984, p. 390).

Siguiendo con el pensamiento del autor italiano y regresando a considerar la dualidad a la que conduce la web: el orden y el caos, las opciones y los riesgos, Umberto Eco no dudaba en decir que, ante estas opciones riesgosas el internet,
las redes sociales, le dan el derecho de hablar a legiones de idiotas que primero hablaban solo en el bar después de un vaso de vino, sin dañar a la comunidad. Ellos eran silenciados rápidamente y ahora tienen el mismo derecho a hablar que un premio Nobel. Es la invasión de los idiotas (Nicoletti, 2015).

Y continúa en una entrevista:
Ahora la realidad y la fantasía tienen un tercer aliado, Internet, que ha cambiado por completo el periodismo. Internet puede haber tomado el puesto del periodismo malo… Si sabes que estás leyendo un periódico como EL PAÍS, La Repubblica, Il Corriere della Sera…, puedes pensar que existe un cierto control de la noticia y te fías. En cambio, si lees un periódico como aquellos ingleses de la tarde, sensacionalistas, no te fías. Con Internet ocurre al contrario: te fías de todo porque no sabes diferenciar la fuente acreditada de la disparatada. Piense tan solo en el éxito que tiene en Internet cualquier página web que hable de complots o que se inventen historias absurdas: tienen un increíble seguimiento, de navegadores y de personas importantes que se las toman en serio (Cruz, 2015).

No es difícil corroborar en las mismas redes sociales cuánta razón tenía el autor del Nombre de la Rosa al observar la cantidad inmensa de información que circula y llega a todo el mundo sin más filtros y parámetros que los autoimpuestos por el medio y que no necesariamente hace referencia a la realidad de los hechos, a la verdad. La opción, la oportunidad, es que todo el que tenga acceso a una computadora con internet puede tener acceso a la recopilación y producción-modificación de la información. Casi en cualquier punto geográfico, el más recóndito a donde llegue la infraestructura de la electricidad y de las telecomunicaciones puede haber alguien con el mismo derecho a expresarse, a hablar y, en tantos casos a mentir, que el más docto y acomodado de los catedráticos o célebres autores. El tipo o calidad de la información o el punto a dónde nos llevan será el riesgo.

Pero es aquí donde comienza, como oportunidad, el proceso de educación y aprendizaje, en el acceso consciente y crítico a la información. No basta con saber encender la computadora, teclear una dirección que nos ubique a algún punto específico del internet, zambullirse en la obscuridad a la que nos ha portado un motor de búsqueda; es necesario tener la intención de buscar la verdad y saber discernir ante la infinita información que segundo a segundo va teniendo lugar en la virtualidad de la web.

Dado que el fin último del conocimiento mismo es la búsqueda de la verdad y ésta ha de buscarse en toda dimensión, valiéndose de todos los medios, se puede encontrar el lugar ideal en la virtualidad del internet. Nunca como ahora en la web una posibilidad para acceder a la información y procurar el conocimiento. Porque como dice Cioran (2006)
el papel del pensador es retorcer la vida por todos sus lados, proyectar sus facetas en todos sus matices, volver incesantemente sobre todos sus entresijos, recorrer de arriba abajo sus senderos, mirar una y mil veces el mismo aspecto, descubrir lo nuevo sólo en aquello que no haya visto con claridad, pasar los mismos temas por todos los miembros, haciendo que los pensamientos se mezclen con el cuerpo, y así hacer jirones la vida pensando hasta el final (p. 14).



Efectivamente, el ser humano necesita del caos porque en el encuentra, necesita el caos porque está lleno de posibilidades, necesita del caos para poner orden. “El estado moderno y el intelecto moderno necesitan el caos -aunque sólo sea para mantener la creación de orden- (Giddens y Bauman, 1996, p. 84)”.


Arq. Gerardo Sandoval Urtiz




Referencias bibliográficas


CIORAN, E. M. (2006). El ocaso del pensamiento. España. Tusquets.

ECO, U. (1984). Apocalípticos e integrados. España. Lumen.

FOUCAULT, M. (1994). Hermenéutica del sujeto. España. Endymión. 

GIDDENS, A.; BAUMAN, Z. (1996). Las consecuencias perversas de la modernidad. España. Anthropos

MARTIN-BARBERO, J. (1991) De los medios a las mediaciones. México. Gustavo Gili.



CRUZ, J. (30 de marzo de 2015). Umberto Eco: “Internet puede tomar el puesto del periodismo malo”. El País. Recuperado de https://elpais.com/elpais/2015/03/26/eps/1427393303_512601.html

NICOLETTI, G. (11 de junio de 2015). Umberto Eco: “Con i social parola a legioni di imbecilli”. La Stampa. Recuperado de http://www.lastampa.it/2015/06/10/cultura/eco-con-i-parola-a-legioni-di-imbecilli-XJrvezBN4XOoyo0h98EfiJ/pagina.html






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