Rafael Sanzio (Versión en español)

“Cuan generoso y benigno se muestra a veces el cielo al acumular en una sola persona las infinitas riquezas de sus tesoros y todas las gracias y las dotes más raras que en largo plazo suele repartir entre muchos individuos; claramente puede verse en el caso del excelente no menos que gracioso Rafael Sanzio de Urbino…”


Las primeras líneas del Vasari dedicadas a Rafael lo describen como el artista que acumuló en infinitas riquezas, aquel que no obstante su innato talento tuvo la manera de mostrarse de ánimo gentil y modesto.

Nació el 18 de marzo de 1483 a las 3 de la noche de un viernes santo en la ciudad de Urbino, hijo de Magia Di Battista Ciarla y Giovanni Santi, artista activo en la corte de Federico di Montefeltro. En Urbino el joven Rafael tuvo manera de estudiar las obras de Piero della Francesca, Francesco di Giorgio Martini, Antonio Del Pollaiolo, pero los primeros conocimientos prácticos de dibujo y pintura los tomó de su padre.

Misterioso es el modo en el que Rafael entró en la “bodega” –estudio- del Perugino. Según el Vasari su estudio inició poco antes de la muerte del padre y de la madre “tomado el niño, no sin muchas lágrimas de la madre, que tiernamente lo amaba, lo llevó a Perugia”. Con mucha probabilidad no se trataba de un verdadero y común estudio, sino de una alternancia de actividad entre la bodega paterna y aquella del artista umbro.

A la muerte de Giovanni, en 1492, el joven Rafael de 11 años heredó su bodega que administró asistido por Evangelista Pian Di Meleto.

El primer testimonio del trabajo con el Perugino es de 1498 en algunas figuras de los frescos del Colegio del Cambio en Perugia.

En 1499 se trasladó a Città di Castello, y en 1500 recibió junto a Pian Di Meleto si primer encargo documentado: el retablo del beato Nicolás de Tolentino para el monasterio de San Agustín. En el contrato establecido con los monjes fue nombrado como maestro Rafael Johannis Santis de Urbino, como prueba del hecho que a sólo 17 años era ya reconocido como pintor autónomo.

En muy poco tiempo Rafael se convirtió en el artista más solicitado en Umbría. Sólo entre 1501 y 1505 realizó tres retablos de altar (Colonna, degli Oddi y una Asunción de la Virgen inconclusa) y diversas imágenes de Nuestra Señora con el niño, casi todas de “stampo peruginesco”.

En 1503 fue a Siena llamado por su viejo amigo Pinturicchio quien, ya en decadencia, le pidió ayuda para la realización de los dibujos para la librería Piccolomini. Como sostiene también Vasari, Rafael no terminó el trabajo para la librería y “la razón de que el no continuara fue que, estando en Siena el por tantos pintores elogiado dibujo que Leonardo da Vinci había hecho en el palacio de Florencia de un grupo de caballos bellísimo por hacerlo en la sala del palacio e igualmente algunos desnudos hechos por Miguel Ángel Buonarroti mucho mejores” y amando el arte, creció en él el deseo de visitar lo más pronto posible Florencia.

Obra significativa de este periodo es, sin lugar a dudas, Los desposorios de la Virgen para la cual se inspiró en la homónima del Perugino, mientras que en lo que concierne al estilo destaca entre las obras del maestro.

No pasó mucho tiempo de su llegada a Florencia en 1504 que Rafael recibió el encargo para pintar Nuestra Señora del Cardellino, la Sagrada Familia Canigiani y Nuestra Señora Tempi, todas las obras comisionadas por familias pudientes (los Nasi, los Canigiani y los Tempi).

El período florentino fue de vital importancia en lo que concierne a las amistades con artistas de renombre, entre las cuales se encuentran Fray Bartolomé, Aristóteles de Sangallo, Rodolfo del Ghirlandaio, el arquitecto Baccio d’Agnolo, Antonio da Sangallo, Andrea Sansovino, Francesco Granacci y Tadeo Taddei; ya sea por el profundo estudio de los maestros del 400 Masaccio y Donatello y de los contemporáneos Leonardo y Miguel Ángel.

Entre 1505 y 1506 se encontró por breve tiempo en la corte de Guidobaldo da Montefeltro en Urbino. Alcanzó en su ciudad gran fama debida a las comisiones de los señores de Urbino y a la fascinante mención en el Cortigiano di Baldassarre Castiglione.

Obra conclusiva del período florentino fue la Madonna del Baldaquino; una conversación sagrada que no llevó a término por la llamada del Papa a Roma, pero que inspiró a diversos artistas activos en Florencia en los años posteriores.

“Y esto sucedió porque Bramante de Urbino, estando a servicio de Julio II, por un poco de parentela que tenían en común y por ser del mismo lugar de origen, le escribió que había trabajado con el papa, el cual le había mandado hacer ciertas estancias en las que él podría mostrar su valor. La propuesta le gustó a Rafael…”

“…deja las obras de Florencia…” “…se mudó a Roma.”

Rafael llegó a Roma hacia el final de 1508. Su llamada fue probablemente favorecida por Francesco María Della Rovere, duque de Urbino y sobrino de Julio II.

Giuliano Della Rovere, ascendido al solio pontificio en 1503, era particularmente sensible al valor de las obras de arte y desde el inicio puso en acto una serie de proyectos urbanísticos como la reconstrucción de San Pedro comisionada a Bramante, la apertura de la Vía Julia y los nuevos apartamentos papales. Estos últimos, cuyas estancias fueron luego denominadas de Rafael, fueron proyectados a causa de su hastío hacia su predecesor Alejandro VI.

Ya el 1e de enero de 1509 Rafael recibió un pago por la estancia de la Segnatura. Al término de la realización de los frescos, el pontífice fue de tal manera asombrado que le confió también la estancia de Eliodoro.

Con 30 años cumplidos, Rafael era jefe del estudio más activo de Roma y bajo su cargo se formó una entera generación de artistas.

Conforme su celebridad se acrecentaba, mayor era el número de clientes que querían hacer uso de sus servicios. El cliente más importante en Roma después del Vaticano fue Agostino Chigi.

El primer encargo confiado por el banquero sienés fue el Triunfo de Galatea en el homónimo pórtico de la Villa de la Farnesina en 1511. Por el mismo cliente siguió el fresco de las Sibilas y los ángeles en Santa María de la Paz y la capilla Chigi en Santa María del Popolo.

En 1514 fue nombrado superintendente en la fábrica de San Pedro, la más prestigiosa del tiempo. El siguiente año recibió el encargo de “conservador de las antigüedades romanas” y el sucesor de Julio II, León X, le confió los trabajos de la tercera estancia Vaticana dicha del incendio de Borgo del fresco que más que los otros demuestra cuanto era grande Miguel Ángel para el artista de Urbino.

Los últimos años de la vida de Rafael son caracterizados de un particular interés hacia la arquitectura como lo demuestran los proyectos para la Villa Madama y el acabado de los pórticos Vaticanos. En cuanto a la pintura, continuó realizando trabajos indiscutidos como el Éxtasis de Santa Cecilia, la Madonna della Seggiola, los retratos de Bindo Altoviti, de Baldassarre Castiglione, León X, un autorretrato junto a un amigo. Sobresalen siempre los años romanos y los dibujos de la estancia de Constantino. Diversos son los retratos dedicados a su amada, Margarita Luti denominada la Fornarina.

Como un testamento poético podría ser definida la tabla que representa la Transfiguración (1520). El 6 de abril de 1520, en la noche de un viernes santo, a causa de una misteriosa fiebre desatendida, Rafael murió y la noticia fue recibida con gran consternación y desesperación de parte de sus contemporáneos.




Baldini N., I Classici dell’Arte, Raffaello, La vita e l’arte, I capolavori, Rizzoli - Skira per il Corriere della Sera, Milano 2003.
De Vecchi P., Cerchiari E., I tempi dell'arte, volume 2, Bompiani, Milano 1999.
Fossi G., Uffizi, Giunti, Firenze 2004.
Franzese P., I geni dell’arte, Raffaello, Mondadori Arte, Verona 2008.
Vasari G.,  Le vite de' più eccellenti pittori, scultori e architettori, Vita di Raffaello da Urbino, Firenze 1568, Istituto geografico De Agostini Novara, Novara, 1967.


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