La deshumanización de la ciudad, síntoma de la alienación humana
Es desafiante hablar de desafíos, y más cuando se hace frente a un presente del que puede no tenerse el más amplio horizonte, esto por encontrarse inmerso en él. Bien dijo Napoleón apuntando la lectura de El Príncipe, de Niccolo Machiaveli, que a la montaña se le puede observar más grande o más pequeña según la lejanía, pero aún el observador se puede situar en la cumbre de la misma y podrá tener frente a sí un basto horizonte.
La reflexión sobre los desafíos de la ciudad de hoy puede hacerse desde no pocas ópticas y tomando en cuenta distintas corrientes de pensamiento o bien haciendo énfasis en determinados aspectos, pero será la jerarquía de los cuantiosos desafíos y la manera en que éstos puedan englobarse para que esta reflexión pueda ser lo más cercana a la realidad y se convierta en algo más que un ejercicio intelectual: en un verdadero análisis para mejorar la vida del hombre en la ciudad.
Viene entonces a la mente la no atrevida aseveración de José Ortega y Gasset, que se refiere a la Deshumanización del Arte, entendida esta situación como la pérdida del sentido humano en la creación artística, así como el elitismo en el que se ha sumergido el Arte y su interpretación misma: el hombre deja de tener el lugar central que había ocupado en el Arte para convertirse en un simple espectador. No es ya el humano el motivo, sino el Arte mismo que se convierte en principio y fin per se. (1)
Si la Arquitectura es una de las Bellas Artes, no queda excluida a esta situación, lo cual es evidente en las profundas problemáticas que aquejan a nuestras ciudades. Es notoria La deshumanización de la Arquitectura, tanto que el hombre no es más el centro de ella y de las ciudades. Se limita cada espacio habitable pensándolo sólo en la función utilitaria, la máquina de habitar de Le Corbusier. Se concibe a la Arquitectura como un engrane más del modelo capitalista neoliberal del que el mismo ser humano es víctima.
Esto lleva a pensar que posiblemente nos encontremos en una era de deshumanización expansiva, consideración hecha por tantos respecto al neoliberalismo, que como una onda se extiende en todas dimensiones de la vida y acaba por alienar y esclavizar al hombre, quién deshumanizándose pierde el sentido de su vida y de su existencia misma. Ese quién despojado de su esencia se convierte en un qué.
¿Cómo son entonces las ciudades de un hombre deshumanizado? Por supuesto que son ciudades deshumanizadas que le esclavizan más en ese creciente movimiento de deshumanización.
Arq. Gerardo Sandoval Urtiz
(1) Cfr. ORTEGA Y GASSET, José, Obras completas, Madrid, Fundación José Ortega y Gasset-Taurus, 2005, tomo III, págs. 909-916.
Imagen de Miho Kajioka.
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