El futuro en la ciudad

El futuro en la ciudad



En falacia de gigantescas dimensiones se incurriría el pretender limitar unidireccionalmente el estudio de la ciudad, dadas las múltiples disciplinas desde las que se puede abordar el hecho, así como las notables diferencias entre cada manifestación particular de ésta y las variables sociales, culturales, políticas y geográficas que la configuran como tal y la hacen única; como únicos son los individuos y grupos que las viven y habitan. No obstante, el tiempo, la economía y el estar inmersas en la llamada "aldea global", que la hacen susceptible de las mareas del pensamiento que mueven las corrientes internas y superficiales de la vida globalizada en la posmodernidad, permiten un punto fijo -aunque dinámico- de partida para un estudio del presente y latente futuro de la ciudad.


Hablar de la ciudad es hacerlo de un hecho o ente social complejo que, como tal, bajo el estudio de las ciencias sociales es imposible dictaminar con estricta precisión su realidad no tan próxima. El hombre –y por lo tanto la ciudad, esencialmente inherente a éste- es un ser impredecible que puede reaccionar de una y mil maneras ante una situación o estímulo, dada también la influencia de diversas circunstancias.

Como ente social, no podemos entonces ponerlo bajo la sola mirada de las ciencias exactas que determinarían sin duda alguna el comportamiento -movimiento- de las variables y las distintas posibilidades resultantes en el objeto estudiado. Sin embargo, bien puede hacerse un diagnóstico aproximado de las posibles direcciones que podría tomar el destino de las ciudades según los signos del presente -y las decisiones que se van tomando individual y colectivamente-.

Porque no cabe duda que son las decisiones tomadas  las que marcan el rumbo que ha de llevar el individuo, la sociedad o, en este particular caso, la ciudad como ente generalizado. Como bien decía Jean Paul Sartre, el hombre está determinadamente (esencialmente)  indeterminado, es decir, ontológicamente es en absoluto libre, la única determinación o cuestión en la que no ha o no tiene libertad es la de determinarse o construirse per se.

Nadie -o nada, ni las circunstancias- puede hacerlo desde fuera, sino desde el interior. Son las decisiones, ejercidas desde lo más profundo de la voluntad libre y racional, las que terminan –completan- y determinan –fijan- el presente y futuro del individuo o colectividad que las toma. El hombre es un proyecto que se vive y se autoconstruye. [1]

De ahí la responsabilidad inherente a la libertad, el peso capital de cada decisión por ínfima que pareciese.

Habiendo hecho la precedente puntualización no sería descabellado, luego, especular y hacer prospectiva de la ciudad –entendida ésta como la ciencia basada en el método científico que estudia el futuro para comprenderlo y poder influir en él, fundada por el filósofo fenomenólogo francés Gaston Berger- a partir de las decisiones tomadas en nuestros días por los individuos que las forman y los grupos de poder que las controlan.

¿Hacia dónde va la ciudad de los albores del siglo XXI? Bien podría responderse con la respuesta a esta otra pregunta: ¿qué decisiones se han tomado en nuestros días en relación a la sociedad y a las ciudades en que se desarrollan, desde la política, la economía, las ciencias, la cultura y las artes y la ecología?

Todo gira entonces, en torno a las decisiones, ya sea en la esfera individual, colectiva o de manipulación totalitaria, monopólica y alienante que promueven los grupos de poder. Habrá que dilucidar por lo tanto y atomizar cada una de esas esferas, para poder tener una idea más cercana a la prospectiva de la ciudad. Lo cuál habrá de hacerse en otro momento y espacio, puesto que en esta precisa situación ambos han llegado a su límite y queda el presente trabajo, como parte de la breve introducción o prefacio de un extenso tema a desarrollar en posteriores artículos.
  
Arq. Gerardo Sandoval Urtiz, Universidad Vasco de Quiroga.





[1] Cfr. SARTRE, Jean Paul; El existencialismo es un humanismo, .pp. 31-32, Ed. Edhasa, Barcelona 2009.

Imagen: 7AM NewYear's Morning c1930 Metropolitan Museum Of Art, NYC. Laszlo Moholy-Nagy.

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